martes, 2 de junio de 2009

En Fornillos de Fermoselle...


Este fin de semana hemos estado en Fornillos. Hacía mucho tiempo –demasiado- que no iba por allí y me ha gustado mucho volver y también volver a ver a Víctor (lo de Merche esta vez no ha podido ser; lo dejamos para la próxima…).

Se está muy bien en Fornillos. Y se está muy bien en La Casa de los Arribes. Así que, de entrada, os recomiendo a todos que paséis unos días por allí.

Y a propósito de las buenas prácticas que hablábamos en la entrada anterior, me parece que lo que lleva Víctor haciendo desde hace ya casi 20 años es indudablemente una de ellas. Y de las imprescindibles.

Creo que uno de los principales “delitos” colectivos que estamos cometiendo es la homogeneización cultural y el menosprecio del ingente patrimonio común que se ha ido depositando durante siglos, como por la acción de un decantador, en el medio que habitamos. Hablo de arquitectura, de tradiciones, de artesanía, de otro tipo de conocimiento y uso del medio –menos “tecnocientífico”-, de biodiversidad, de razas de ganado y variedades de plantas profundamente adaptadas al medio, de cultura popular,…


Se trata de una riqueza colectiva, para mí, incalculable. Y parece que está destinada a perderse casi irremisiblemente si no hacemos algo –o quizá incluso aunque intentemos hacerlo-.

Víctor es una de esas personas que dedican su esfuerzo -y su inteligencia y sus muchas capacidades…- a rescatar y poner en valor toda esta riqueza y ese conocimiento. Y lo hace de muchas maneras y con muchos lenguajes. Lo hace en la forma en que ha concebido y gestiona sus alojamientos de turismo rural y lo hace también en los libros que escribe y en las rutas que guía y en los montajes en video que elabora (aunque estos últimos no he podido verlos aún, estoy seguro que serán una flipada)…

Creo que sabe combinar perfectamente lo mejor de dos mundos: la sabiduría acerca de “estar en la tierra” que impregna aún algunas áreas rurales y las nuevas posibilidades que nos va ofreciendo el “mundo actual” para comunicarnos y compartir.

Estoy convencido de que otra de las claves para salir del laberinto es retomar el contacto con la tierra, volver al medio rural y recuperar –en la medida de lo posible- todo lo que allí hay para nosotros, que es mucho. Mientras los demás encontramos el momento o la ocasión o la fortaleza o lo que sea para hacerlo, solo nos queda dar las gracias a gente como Víctor y Merche.

Eso, y no otra cosa, es lo que intento hacer hoy aquí.

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