sábado, 31 de agosto de 2013

domingo, 5 de mayo de 2013

jueves, 2 de mayo de 2013

Reckoning day


Hoy toca traer aquí a Asaf Avidan y la doble versión -acústica y Wankelmut- de su One Day/ Reckoning Song.

Tremendas ambas.
 


 

 
 
 



viernes, 19 de abril de 2013

jueves, 14 de marzo de 2013

Pescado y flamencos


Sobre comida sabrosa, flamencos, expertos en relaciones y la alternativa a la agroindustria...



 

sábado, 2 de marzo de 2013

Los colores y todo




«Vollmer ha entrado en una fase extraña. Se pasa todo el rato ante el ventanal ahora, mirando la Tierra. Habla poco o nada. Quiere mirar, sencillamente, no hacer otra cosa que mirar. Los océanos, los continentes, los archipiélagos. Estamos configurados para lo que se llama una serie de órbitas cruzadas, de modo que no haya repetición entre una vuelta y la siguiente. Vollmer está ahí sentado, mirando. Hace sus comidas ante el ventanal, repasa las listas de chequeos ante el ventanal, mirando apenas las hojas de instrucciones mientras sobrevolamos tormentas tropicales, sabanas incendiadas y grandes cadenas montañosas. Sigo esperando que retome su costumbre prebélica de utilizar expresiones pintorescas para describir la Tierra: una pelota de playa, una fruta madurada al sol. Pero se limita a mirar por la ventana, comiendo barritas de almendra, cuyos envoltorios flotan por ahí. Está claro que la visión le llena la consciencia. Es lo suficientemente poderosa como para silenciarlo, aquietar la voz que se le desprende del cielo de la boca, para dejarlo vuelto en su asiento, torcido en postura incómoda durante horas y horas.
La vista es interminablemente satisfactoria. Es como la respuesta a toda una vida de preguntas y de anhelos vagos. Satisface todas y cada una de las curiosidades infantiles, todo deseo acallado, todo lo que tenga de científico, de poeta, de vidente primitivo, de observador del fuego y las estrellas fugaces, cualquier obsesión que le devore el lado nocturno de la mente, todo anhelo dulce y soñador que alguna vez haya experimentado por lugares remotos y sin nombre, todo sentido de la tierra que posea, el pulso neural de alguna percepción más silvestre, una identificación con los animales salvajes, toda creencia en una fuerza vital inmanente, el Señor de la Creación, toda idea de la unicidad humana que en secreto albergue, toda esperanza sin base real y candorosa, todo lo demasiado y lo no suficiente, todo a la vez y poco a poco, todo afán ardiente de eludir la responsabilidad y la rutina, escapar de su propia sobreespecialización, el yo circunscrito y en espiral hacia dentro, todos los restos de sus deseos juveniles de volar, sus sueños de espacios extraños e insólitas alturas, sus fantasías de muerte feliz, todas sus inclinaciones indolentes y sibaríticas –comedor de loto, fumador de hierbas diversas, ojos azules que admiran el espacio-, todo ello queda satisfecho, todo recopilado y acumulado en ese cuerpo vivo, la visión desde la ventana.

-Es tan interesante -dice al fin-.  Los colores y todo.

Los colores y todo.»
 
Don DeLillo | 'Momentos humanos de la Tercera Guerra Mundial'
Recogido en 'El ángel Esmeralda' (Seix Barral - Biblioteca Formentor)
 
 

sábado, 12 de enero de 2013