viernes, 26 de noviembre de 2010

Nosotros

«Durante el viaje en avión mi amiga permaneció junto a la ventanilla, contemplando el panorama. Yo, sentado a su lado, leía Las aventuras de Sherlock Holmes. No había una sola nube en el cielo, y en la tierra se reflejaba claramente la sombra del avión. Hablando con propiedad, ya que nosotros íbamos embarcados en él, dentro de aquella sombra que surcaba campos y montañas tenía que ir incluida la nuestra. Así que nuestras dos sombras también se proyectaban como una caricia sobre la tierra.
—Me ha gustado ese tipo —comentó mientras se bebía un zumo de naranja.
—¿Qué tipo...?
—El chófer.
—Ya —musité—. También a mí me ha caído bien.
—Y qué nombre más acertado, el de Boquerón.
—Desde luego. Ciertamente, es un buen nombre. El gato tal vez se encuentre más a gusto allí que conmigo.
—No es el gato. Es Boquerón.
—Eso, Boquerón.
—¿Por qué no le pusiste nombre al gato cuando vivía contigo?
—Pues no sé... —dije. Y con el encendedor del emblema del carnero encendí un cigarrillo—. Supongo que porque no me gustan los nombres. Yo soy yo; y tú eres tú; y nosotros, nosotros; y ellos, ellos. ¿Y para qué más, si con eso basta?, digo yo.
—Ya —dijo ella—. Me gusta la palabra «nosotros». ¿No te evoca un ambiente como de época glacial?
—¿De época glacial?
—Sí, como cuando se dice, por ejemplo: «Nosotros hemos de dirigir nuestros pasos hacia el mediodía.» O bien: «Nosotros hemos de poner todo nuestro ánimo en dar caza al mamut...»
—Ya veo —apostillé.»

Haruki Murakami
La caza del carnero salvaje


lunes, 8 de noviembre de 2010

Nos miran


Jacopo Tintoretto nos dejó este autorretrato alrededor de 1548.

Helene Schjerfbeck firmó el suyo en 1912.

Les separan más de cuatro siglos y algunos miles de kilómetros, pero ambos nos miran de forma similar.

¿Qué nos están queriendo decir?