jueves, 30 de abril de 2009

Sostenibilidad al diccionario


Bien, pues parece ser que la palabra 'sostenibilidad' no está incluida en el diccionario de la RAE. Casi mejor, por otro lado, porque para las definiciones que se encuentran ahí, es casi mejor que no esté...

El caso es que se ha lanzado una plataforma en internet para que esta palabra se incluya en el diccionario y, de paso, se invita a todo el mundo a aportar las definiciones que deseen, incluyendo obras gráficas y expresiones artísticas que contribuyan a que la palabra adquiera su pleno sentido.

La cosa no está del todo mal. Las palabras contienen un potencial infinito y, al mismo tiempo, tienen un gran riesgo de ser prostituidas, como decía Santiago. Y la sostenibilidad es una palabra complicada, un concepto complicado, un horizonte complicado, con lo que el riesgo es quizá más grande si cabe.

Bueno, el reto es que entre todos*as vayamos encontrando el camino, construyendo la quimera, armando la nueva estructura. Parece que el antiguo sistema se resquebraja y hace aguas por muchos lados, así que no queda otra que ir inventándonos el nuevo. Eso sí, a ver si nos damos un poco de caña y no nos dejamos enredar otra vez en falsos debates -en intentar paliar los síntomas en lugar de afrontar los problemas-, porque quizá la cosa apremia...

martes, 28 de abril de 2009

Una de virus

Una vez más, los tenemos en portada.

Me refiero a los virus, esos fragmentos de ADN o ARN tan temidos como incomprendidos.

Sí, forman parte relevante de la transmisión de muchas enfermedades, algunas de ellas graves...

...pero también cumplen esenciales funciones biológicas, ecológicas y evolutivas.

Para muestra, algunos pequeños apuntes:

«¡Los virus también tienen una imprescindible, absolutamente vital función ecológica! En junio del 99 la revista Nature ha publicado un estudio sobre los virus que pueblan las aguas marinas. (...) en aguas superficiales su número medio es de diez mil millones por litro (entre 5 y 25 veces el número de bacterias). (...)

Su papel ecológico consiste en el mantenimiento del equilibrio entre las diferentes especies que componen el plancton marino (y, como consecuencia, del resto de la cadena alimenticia) y entre los diferentes tipos de bacterias, destruyéndolas cuando hay un exceso. Como los virus son inertes y se difunden pasivamente, cuando sus "huéspedes" específicos son excesivamente abundantes son más susceptibles de ser infectados. Así evitan los excesos de bacterias y algas, cuya enorme capacidad de reproducción podría provocar graves desequilibrios ecológicos, llegando a cubrir grandes superficies marinas. Al mismo tiempo, la materia orgánica liberada tras la destrucción de los "huéspedes" enriquece en nutrientes el agua.»

Máximo Sandín, 'los ciegos y el elefante', GEAM Nº 2. Noviembre de 2000. [Artículo completo disponible aquí]


«Dado que los virus, tanto en aquella época como ahora, eran mucho más abundantes que las células, fueron los agentes más activos y eficaces de la diversificación de la vida y de sus extensiones geográficas. Fueron asimismo responsables de lazos evolutivos determinantes, como el paso del mundo del ARN al del ADN, y también de la invención del núcleo celular.»
Jean-Paul Baquiast, en la revista Automates Intelligents.
[Artículo completo disponible
aquí]


«A menudo se considera a los virus como criaturas simples. Pero su asombrosa diversidad y su promiscuidad genética (el mezclarse sin discriminar, es decir, cooperando) pueden hacer de ellos la fuerza más creativa de la evolución.»
Garry Hamilton, en Nature, 441 (Junio 2006)
[Artículo completo -en inglés- accesible aquí]


Sintetizando mucho, parece que empieza a intuirse y, en algunos casos, a demostrarse, que los virus -al igual que ocurre con las bacterias- también nos acompañan en este camino colectivo y que desempeñan funciones muy importantes en el desarrollo de nuestra propia vida y de la vida en la Tierra.

Que no son sólo agresores y agresivos (aunque a veces puedan serlo), sino que en la mayoría de los casos son colaboradores nuestros. De hecho, forman parte muy importante de nuestro genoma. De nosotros, vaya.

Si hay algo cada vez más claro, es que las cosas no son tan sencillas como parecen.

Parece que -también en este tema- falta mucho conocimiento por adquirir, muchos falsos mitos por derribar y mucho paradigma que cambiar...

miércoles, 22 de abril de 2009

Mundo


«Nuestras vidas no nos pertenecen, pertenecen al mundo, y a pesar de nuestros esfuerzos por comprenderlo, el mundo va más allá de nuestra capacidad de comprensión.»

Paul Auster, en una entrevista con Larry McCaffery y Sinda Gregory [recogida en 'Experimentos con la verdad']

viernes, 17 de abril de 2009

El pan nuestro


Ya se lo he dicho a él en privado, pero lo vuelvo a decir en público:

Cada día me gusta más lo que escribe.

Me refiero a Nacho y su blog entre dos puentes.

Su última entrada, el pan nuestro, es una flipada.

No os olvidéis de leerlo.

Una de transgénicos


Lo que sigue es un texto escrito por Margarita Mediavilla, profesora de la Universidad de Valladolid y miembro de Ecologistas en Acción. Me parece que sintetiza de forma inmejorable algunos aspectos importantes del debate sobre los transgénicos. Además, aprovecha para recordarnos algunas cosas sobre la ciencia y sobre nuestra actitud ante el mundo que se nos olvidan demasiado a menudo.

Allá va. Espero que os interese...

«Ciencia, ecología y transgénicos

Creer en la Ciencia es poco científico, porque la ciencia no es cuestión de fe, es utilizar un método particular para alcanzar conocimiento. Pero la ciencia y la tecnología han transformado tanto nuestra vida que a veces tendemos a una admiración irracional que hace que sea muy difícil criticar a algo que parece revestido de "avance ciéntifico", como es el caso de los alimentos transgénicos.

El siglo XX ha visto avances asombrosos pero la ciencia del siglo XXI está descubriendo también muchas fronteras a las que no sabe cómo enfrentarse. El gen y el funcionamiento de la vida nos muestran una frontera muy difícil de traspasar: la de la complejidad. Los seres vivos son tan extraordinariamente complejos que las herramientas matemáticas de que dispone la ciencia hasta la fecha demuestran ser muy insuficientes. La robótica y la inteligencia artificial, por ejemplo, también se han enfrentado con ese mismo problema. En los últimos 40 años, a pesar de haber llegado a resultados interesantes, se han quedado muy lejos de imitar a los seres vivos y ya sufren un cierto estancamiento. Nuestra ingeniería actual, con todos sus avances, tiene que quitarse el sombrero ante las creaciones de la naturaleza: adaptables, flexibles, capaces de automantenerse, extremadamente complejas y a la vez extremadamente estables...

La agricultura industrial es otro de esos campos en los cuales parece que la ciencia ha conseguido mejorar la naturaleza, pero tiene varios talones de Aquiles: contamina el entorno, empobrece los suelos y, lo que es más preocupante, necesita un aporte muy elevado de petróleo para fabricar los abonos químicos. Nuestros avances no están mal, pero palidecen cuando los comparamos con lo que la ecología científica nos está enseñando que hacen los ecosistemas naturales. Los ecosistemas son creaciones soberbias, cuyo funcionamiento pone los dientes largos a cualquier ingeniero. Los "sistemas de fabricación" de la naturaleza son extremadamente elegantes, extremadamente efientes en el uso de la energía, reciclan todos los materiales hasta un nivel asombroso, no producen apenas residuos, se mantienen y controlan a pesar de su complejidad, evolucionan y aprenden... estamos muy lejos de mejorar las creaciones de la naturaleza, lo único que hemos conseguido es proporcionar a la raza humana comodidades que no disfrutan otras especies.

Por eso, cuando hablamos de los transgénicos, no debemos dejarnos engañar por el triunfalismo científico. Llevamos unos pocos años de investigación en este campo y los resultados son limitados. Estamos muy lejos de contar con una teoría que nos describa el gen y nos permita predecir su funcionamiento y estamos todavía más lejos de predecir el funcionamiento de los ecosistemas. Las semillas y los animales transgénicos que se han creado hasta la fecha son imposibles de controlar y son un riesgo cuando se liberan en el entorno. Y sin embargo los ecosistemas naturales son en definitiva los que nos dan de comer, los que reciclan nuestras basuras y los que nos proporcionan aire para respirar. Los ecosistemas ya han sufrido mucho el impacto de las actividades humanas y una de las amenazas más graves son las plagas provocadas por la introducción de especies exóticas ¿es necesario que a todas las plagas naturales sumemos ahora las plagas transgénicas? Los ecosistemas se merecen un poco más de respeto por parte de unos humanos que ni siquiera llegamos a imitarlos. A ver si vamos a ser capaces de degradar todos los ecosistemas del Planeta mucho antes de haber sido capaces siquiera de comprenderlos.

Si los beneficios que los alimentos transgénicos proporcionan fueran incuestionables podríamos evaluar si es necesario correr ese riesgo, pero ¿realmente son tan benefiosos los trangénicos? Sinceramente, yo creo que en estos últimos 15 años todavía no han demostrado una utilidad que justifique ni lejanamente este riesgo. "Fabricar" un maíz "mejor" que el natural es un reto científico, pero conseguir además que la interacción de ese maiz con el resto del ecosistema esté controlada y sea positiva para ambos... es mucho pedir a la ciencia actual. Es comprensible que la industria que ha invertido mucho dinero en investigación quiera obtener resultados económicos rápidos, pero la ciencia ofrece sus resultados lentamente. De momento lo que la industria nos ofrece son semillas que convienen a sus intereses pero que no han conseguido aumentar la productividad, que no se sabe qué efectos pueden tener, que contaminan los cultivos convencionales y perjudican económicamente a los agricultores biológicos, que no se sabe qué efectos pueden tener en el entorno, que no se conoce si generan alergias en los humanos...

Este sábado se va a organizar una protesta a nivel nacional contra los cultivos transgénicos con una manifestación conjunta de grupos ecologistas y sindicatos agrarios en Zaragoza. No es una manifestación del ecologismo contra la ciencia, sino las críticas de la sociedad hacia una industria que nos vende una tecnología inmadura, cuya utilidad y necesidad es cuestionable y que tiene su impacto en el medio ambiente.»

viernes, 3 de abril de 2009

La mirada de Monbiot

Ahora que casi todo el mundo (en los medios, quiero decir) parece eufórico y excitado con los resultados de la cumbre del G20 en Londres, voy a traducir aquí las palabras de George Monbiot al respecto, tal y como aparecieron ayer en su blog en el periódico The Guardian.

Creo que, cuando menos, es interesante escuchar otro punto de vista...


El G20 se olvida del medio ambiente

Este podría ser el comunicado del G20, en una versión sintetizada:

"Nosotros, los líderes del G20, usaremos cada céntimo que no tenemos para rescatar al capitalismo corporativo de sus contradicciones y devolver la economía mundial al sendero del crecimiento insostenible. Ya hemos gastado billones de dólares de vuestro dinero para rescatar los bancos, para que puedan volver a desplumar a los pobres y destrozar los ecosistemas de la Tierra. Ahora vamos a gastarnos otro billón de dólares, y como castigo ejemplar por sus éxitos en promover crisis, daremos al FMI y al Banco Mundial más dinero aún. Estas actuaciones constituyen la mayor movilización de recursos para apoyar los flujos monetarios mundiales de los tiempos modernos.

Ay, casi se nos olvida. Tenemos que hacer algo por el medio ambiente. No tenemos planes definitivos aún, pero pensaremos algo lo antes posible.”

En otras palabras, la estrategia del G20 para salvar la crisis económica y financiera es detallada, innovadora, ambiciosa y plenamente dotada de recursos. Sus planes para salvar la crisis ambiental son breves, vagos y sin fondos. Las cláusulas ambientales –que se contradicen con casi todo lo que se dice antes- se han dejado para el final del comunicado como una idea del último momento, para la que no se han provisto fondos. No se han propuesto nuevas ideas, solo las habituales declaraciones bienintencionadas: simplemente pongamos el adjetivo de verde al conjunto del paquete y esperemos lo mejor.

(…)

Esto me sugiere que nuestros líderes no han aprendido nada de la crisis financiera. La crisis llegó porque se permitió a poderosos agentes (los bancos) explotar un recurso común (la economía) sin un adecuado control o regulación. Los gobiernos desplegaron una típica forma de pensamiento mágico: que el boom duraría siempre, que un puñado de psicópatas depredadores se autorregularían, que los beneficios, los dividendos y los precios de las acciones podrían crecer indefinidamente aunque no guardaran ninguna relación con el valor real de las cosas.

Tratan la crisis ambiental de la misma forma. (…) Pero, igual que hicieron con los bancos, los líderes del G20 parecen haber decidido tratar estos asuntos tan solo cuando sea necesario –en otras palabras, cuando sea demasiado tarde-. Se han autoconvencido de que devolver la economía a su lugar de origen –un crecimiento infinito en un planeta finito- puede reconciliarse de alguna forma con la promesa de que “van a ocuparse de la amenaza del cambio climático irreversible”.

La próxima vez que este pensamiento mágico falle, no habrá ya tiempo para planes de rescate.

El blog de George Monbiot en The Guardian – 2 abril 2009


[Para acceder al texto original, pincha aquí. Y este otro enlace conduce directamente a su web]