martes, 17 de noviembre de 2009

De croquetas animadas y esas pequeñas cosas


Mucha gente ha dicho muchas veces que la vida se va tejiendo a base de pequeñas cosas. Que la calidad está en los detalles. Que lo pequeño es hermoso. Para mí, son verdades como puños.

Lo que pasa es que solemos estar tan atareados con las “grandes cosas” y –en nuestra cultura- tan obsesionados con producir y consumir nuestro tiempo que, a menudo, se nos va pasando lo mejor casi sin enterarnos. Creo que yo tiendo mucho a caer en ese error.

Entre los cientos de cosas que se pueden aprender de la maestra Albillo, ayer reaprendí la belleza de lo efímero, del hacer palotes por hacer palotes. El gusto de no tener siempre un objetivo y de olvidar –al menos de vez en cuando- esa especie de necesidad creada de que lo que hacemos “sirva” para algo.

Esta entrada es una oda al café de la mañana y a la croqueta animada. Quiere ser también un agradecimiento a Ana, a Javi y a Álvaro y una suerte de invocación para que esos momentos compartidos se repitan muchas veces.

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