jueves, 7 de mayo de 2009

Otra de educación


Ayer estuve en una charla que dieron Elisa y Miguel Ángel, dos profes de los imprescindibles, sobre el éxito y el fracaso escolar. Llenaron de buenos argumentos la idea, por lo demás bastante incontestable, de que el fracaso escolar es un fracaso –sobre todo- del sistema educativo. El fracaso de un sistema segregador, anquilosado, competitivo, anacrónico en muchos aspectos, centrado en la adquisición de conocimientos a menudo obsoletos… Un sistema que teóricamente persigue la excelencia, pero una excelencia -en mi opinión- que hace tiempo que no es válida, basada en la uniformización, en generar individuos supuestamente productivos y no personas felices, en aceptar lo que se ofrece sin rechistar, en el conocimiento impartido de arriba a abajo y en la memorización de ingentes cantidades de conceptos impuestos desde fuera, servidos en compartimentos estancos, sin relacionarlos entre sí ni con el mundo ni con la vida. Una escuela que, en muchos aspectos –y esta parte del diagnóstico creo que es coincidente con otros muchos ámbitos- ha perdido el sentido.

Me gustó también el análisis que hicieron sobre las diferencias entre la vida como hijo/a y como estudiante… Cómo al entrar en la escuela desde la calle (especialmente en Secundaria) cambian completamente los roles, el estilo de comunicación, el tipo de información, el tipo de actividades que se realizan,… Y claro, se establece una fractura difícil de salvar. Para entenderlo mejor, podéis consultar algunas de sus reflexiones en la web del Concejo Educativo, donde está colgado el documento sobre éxito y fracaso escolar que recoge muchas de las ideas que se comentaron ayer.

En mi opinión, cada día es mayor la distancia que existe entre la escuela y la vida real. No estoy seguro qué es lo que está bien en la vida real y qué no, ni hacia dónde van a ir ciertas tendencias y esbozos que veo en muchos lados, porque la complejidad de la realidad es tan grande que es difícil hacerse una idea clara de lo que puede pasar pasado mañana...

Pero me parece claro que, mientras la escuela siga siendo una isla sometida a fuertes inercias y presiones desde un "sistema" que no reflexiona sobre lo que quiere ni por qué, el asunto -me temo- no va a funcionar. Y es que los chicos/as estarán tan perdidos o más que nosotros, pero –en mi opinión- no tienen un pelo de tontos.

Ya es un lugar común hablar del desinterés de los alumnos de Secundaria, de su desmotivación, del bajo nivel, del fracaso escolar, e incluso de problemas más graves… Yo estoy convencido de que las soluciones a este laberinto pasan por cambiar profundamente la cultura docente y convertir progresivamente las aulas en espacios de reflexión y debate, de aprendizaje colectivo, de investigación, de colaboración, de relación, de participación y acción. Sé que es muy fácil decirlo desde fuera (sin ser profesor ni padre) y probablemente muy difícil hacerlo, pero Elisa y Miguel Ángel lo llevan haciendo muchos años y creo que sienten que, incluso en un marco nada propicio como es el actual, tienen cierto margen para ello…

Creo que el cambio que hace falta requiere también que vayamos cambiando colectivamente de héroes y modelos a seguir. Creo que va siendo hora de explicitar y poner realmente en valor todo el esfuerzo de las personas que, como ellos, llevan mucho tiempo luchando contra viento y marea, currándoselo, intentando mejorar cada día, reflexionando sobre lo que hacen y poniéndolo en común con otros, contribuyendo a que la llama siga viva y a que no nos dejemos engullir por el sinsentido… No sé si sus alumnos se lo agradecerán suficientemente o no pero, por si acaso, ya lo hago yo en nombre de ellas y ellos.

¡Gracias!

2 comentarios:

  1. "las soluciones a este laberinto pasan por cambiar profundamente la cultura docente y convertir progresivamente las aulas en espacios de reflexión y debate, de aprendizaje colectivo, de investigación, de colaboración, de relación, de participación y acción".

    El día que, simplemente, intentemos conseguir algo parecido al párrafo anterior, los docentes de cualquier ralea nos podremos considerar docentes. Y si lo consiguiéramos ya sería la leche.

    ResponderEliminar
  2. soy docente y suscribo el articulo y los comentarios y ojalá fuesen más los días en que saliésemos del aula con la satisfacción de una clase que ha funcionado, por nuestro bien, como colectivo y tb por autoestima

    ResponderEliminar