domingo, 24 de mayo de 2009

Edithia I


En cada esquina, sentado, hay un hombre perplejo.
En cada rincón una mujer asombrada, un árbol y un archivador.
En cada rotonda se entrecruzan los cables
que iluminan, de noche, la verbena en la plaza.
En la salida hay una entrada. En aquel hueco, una matriz.
Desde la ventana, como a lo lejos, se escucha un trombón
mientras ella sonríe atónita, relajada.

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